Retenes para presión, una excelente solución de sellado

Cuando se tiene en consideración un retén, se piensa en una presión máxima de hasta 0,5 bar. Sin embargo, existen muchas aplicaciones donde la presión de trabajo puede llegar a ser muy superior, como ocurre en los retenes para presión de Epidor SRT.  En general, la carga por presión (P) y la velocidad periférica (v) determinarán el ámbito de utilización de los retenes. Cuando se sobrepasen los valores límites respectivos, el desgaste será prematuro y conllevará una reducción de la vida útil del retén, a menos que se utilice un retén para presión. Los retenes convencionales se diseñan para el servicio a presión atmosférica o para presiones relativas muy bajas (entre 0,2 y 0,5 bar).

Características de los retenes para presión

El  labio del retén se orienta hacia el lado presurizado para que el fluido apriete dicho labio contra el eje; por ello, todo  retén sometido a presión debe asegurarse por el lado contrario al sentido de la misma, para evitar que sea expulsado de su alojamiento. Para conseguirlo se emplean anillos de apoyo, específicos para cada modelo de retén. Existen retenes que en su diseño ya incorporan el aro de apoyo y que pueden trabajar hasta 5 bar de presión.

Además,  la longitud del labio debe ser lo más corta posible para reducir la fricción con el eje. Un labio más corto (con menor superficie de contacto) ejercerá una mayor fuerza radial y se verá menos afectado por la presión que un labio de mayor longitud. Se recomienda emplear materiales de bajo coeficiente de rozamiento.

 

 

 

Los retenes tipo “cierre de labio”, capaces de soportar presiones de hasta 10 bar, han sido diseñados para bombas de proceso, motores hidráulicos, compresores de tornillo, agitadores o embragues hidrodinámicos. Los cierres de labio consisten en una carcasa metálica que contiene un labio de sellado muy corto y muy flexible, al mismo tiempo. El labio se fabrica en PTFE y en PTFE reestructurado, con un bajo coeficiente de rozamiento. Este diseño permite minimizar el aumento de la presión de contacto del labio de sellado y, con ello, la fricción del mismo con el eje.

En el sector de la estanqueidad, se desarrollan diversas configuraciones de labios y cajeras para poder ofrecer la solución más adecuada a cada necesidad. Así, por ejemplo, hay cierres de labio que en la misma cajera disponen de dos labios en tándem o “espalda contra espalda”.

Se usa el diseño labios en tándem cuando se prevee que puede haber un desgaste acusado, una vez que el primer labio se rompe, el fluido se topa con el segundo labio.  Por otra parte, el diseño “espalda contra espalda” se recomienda su uso  cuando pueden darse variaciones de presión en uno de los lados del sello labial. Si es necesario, también puede añadirse un labio guardapolvo.

Así mismo, un cierre de labio que tenga una carcasa convenientemente reforzada puede trabajar hasta presiones de 25 bar. Para presiones superiores, la estanqueidad dinámica del equipo se consigue con soluciones más complejas como puede ser un sello mecánico.

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